«El único idioma universal es el beso»
Alfred de Musset
Besar es una de las conductas más hermosas que existen, pero ¿os habéis preguntado alguna vez por qué nos gusta hacerlo?
Los besos no son un simple contacto bucal, ¡debéis saber que existe una gran explicación científica detrás de ellos! Todos los que hemos besado sabemos que, normalmente, una química especial recorre nuestro cuerpo en el momento de darlos, y que hay otras ocasiones en las que, aunque nos sintamos muy atraídos por alguien, después de ese esperado beso no hemos sentido absolutamente nada. Alguna vez he escuchado comentarios tales como: «es como si hubiese besado a mi hermano o a alguien que quiero, no sentí nada» pues ese «no sentí nada» se refiere a que no se produjo ese efecto poderoso y abrumador que nos invade con un buen beso y que incluso se puede asemejar a una sobredosis de anfetaminas.
Cada vez que nos besamos en los labios se activan ciertos neurotransmisores que generan placer y adicción, tan fuerte como la más potente droga, debido a la secreción de endorfinas que es la que nos estimula a seguir besándonos continuamente para así generar esa misma producción hormonal.
«Lo bueno de los años es que curan heridas, lo malo de los besos es que crean adicción»
Joaquín Sabina
¿Sabéis por qué se sienten «mariposas en el estómago» mientras se besa? Durante un beso de alta intensidad se aumentan los niveles de dopamina (sustancia asociada a la sensación de bienestar), se eleva la testosterona (hormona asociada al deseo sexual) y las glándulas adrenales generan adrenalina y noradrenalina que aumentan la presión arterial y elevan la frecuencia cardiaca. De ahí esas «mariposas».
Pero ¿por qué un buen beso es determinante en cuanto a iniciar o no una relación con una persona, o compartir con ésta una interacción sexual?
Un beso significa muchas cosas. Además de ser un gesto que sirve para manifestar amor y cariño a las personas que amamos: padres, hijos o amigos, sirve también para demostrar pasión y atracción. La oxitocina, esa hormona del amor que nos hace perder el sentido y flotar a veces, al besar es liberada desde el cerebro por la glándula pituitaria, creando fuertes vínculos.
La antropóloga Helen Fisher en su libro Anatomía del Amor explica que la saliva masculina tiene testosterona y que por ello los hombres prefieren los besos húmedos ya que, inconscientemente, intentan transferir esa testosterona para provocar el apetito sexual en las mujeres. Además, indica que este tipo de besos les ayudan a medir los niveles de estrógenos femeninos de su pareja, para hacerse a la idea de su grado de fertilidad. En cuanto a las mujeres, los besos le sirven para detectar el sistema inmune de su posible pareja.
Helen menciona tres sistemas cerebrales que se activan al besar y que permiten el emparejamiento y la reproducción:
- El deseo sexual: se encuentra alimentado por la testosterona, tanto en hombres como en mujeres.
- El amor pasional u obsesivo: vinculado a la elevación de dopamina que actúa como un neuro regulador químico de los sistemas de gratificación en el cerebro. También esta dopamina tiene la tarea de inducir al deseo.
- El control del apego: ligado a la oxitocina y que permite a una pareja permanecer unida y contribuye también a la crianza de los hijos.
Por lo tanto, nos damos cuenta de que los besos están vinculados a la selección natural. A través de ellos nuestro cuerpo y nuestra genética eligen con quién somos compatibles para la preservación de la especie. Engancharse con un deseo intenso a esos besos que nos producen el cóctel químico o lo que es lo mismo «sentir mariposas en el estómago», es lo que se conoce como filemanía.
«Un mundo nace cuando dos se besan»
Octavio Paz
Así que ya lo sabéis, el secreto no está precisamente en saber o no besar, sino que es una cuestión mucho más primitiva en la que interviene el cerebro que actúa desde su lado instintivo y en donde también entra en juego esa química que tiene que ver con el olor e incluso con el gusto.
En un estudio realizado en la Universidad de Albany (NY, EEUU) se deduce que el 59% de los hombres y el 66% de las mujeres pusieron fin a una posible relación por no gustarles el beso, por no sentir esas «mariposas en el estómago». En este mismo estudio realizado con alrededor de 1000 estudiantes, únicamente 7 mujeres dijeron que tendrían sexo con alguien sin besarse antes mientras que, en cambio, los hombres dijeron que podrían saltarse los besos sin ningún problema.
Bioquímicamente hemos hablado también de la presencia de la oxitocina en los besos (la hormona encargada del amor, de los vínculos y del apego) por lo que no debería extrañarnos entonces que las personas que buscan encuentros ocasionales a nivel sexual prefieran omitir los besos, algo muy marcado en el terreno de la prostitución donde la mayoría de las prostitutas ponen como límite claro el que no haya besos aunque quien adquiere este tipo de servicio tampoco es asiduo a besar en la boca. Según otro estudio de la terapeuta sexual Marta Stein y basado en la investigación de 1.230 encuentros sexuales de 64 prostitutas con sus respectivos clientes, el resultado fue que únicamente el 36% de los sujetos mostraron interés por besar a las prostitutas en alguna parte del cuerpo y solo 13% las besaron en la boca.
Sabemos que los besos son indicativos de afecto, de intimidad y de relación entre las personas. Es un hecho que besar es maravilloso, nos transporta a otra dimensión. Un buen beso nos puede hacer perder la noción del tiempo, del espacio, sentir que estamos flotando y vivir esas maravillosas «mariposas en el estómago». Besar reduce nuestros niveles de estrés (reduce el cortisol), nos proporciona placer, amor y felicidad.
Es fácil deducir de todo lo anterior que besar es maravilloso para la salud. Así que: «no dejéis para mañana, los besos que podáis dar hoy».
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Foto de portada Gret de Lou, Autor Diego Moser.
Texto editado y corregido por Más Allá del Placer.