Beso de Singapur, se conoce de esta manera tan peculiar a una técnica milenaria oriental derivada del Tantra, que consistía en un ritual sexual, en que el hombre permanecía inmóvil mientras la mujer, encima de este, le estimulaba el pene a través de contracciones musculares de su vagina.
Al parecer, la tradición nació en la India hace más de 3 mil años y de ahí se extendió a otros países orientales como Tailandia y Japón. Existe, además, una variante árabe denominada “kabazza”, donde la mujer también utiliza los músculos del abdomen.
Actualmente, esta técnica se considera todo un arte, también llamado “pompoir”, que significa en francés “chupadora”, ya que la mujer utiliza los músculos de su vagina para estimular el pene del hombre, a modo de succión, como en el sexo oral. Para ello es necesaria la tonificación de los músculos del perineo y musculatura circunvaginal que permite la habilidad de contraer y relajar esa área.
Se dice que en el sexo heterosexual, entre un hombre y una mujer, la práctica de esta técnica sexual puede resultar muy placentera, principalmente para los hombres, incluso pudiendo provocar el orgasmo.
Por su parte, en la mujer que realiza los movimientos aumenta el flujo de sangre en la pelvis, lo que está relacionado con niveles más altos de excitación y orgasmos más intensos. No en vano el músculo pubococcígeo es el responsable de las contracciones durante el orgasmo. Es decir, los movimientos que se producen con esta técnica ejercen un efecto similar al que sucede durante las contracciones pélvicas que acontecen durante el orgasmo de la mujer.
Practicar esta técnica sexual requiere un gran control de la musculatura pélvica, por lo que hace falta ejercitarla a menudo. Algunas mujeres pueden tener más facilidad para controlar estos músculos que otras, pero también se puede aprender. A lo largo de la historia se habla en algunos libros de ciertas mujeres que tenían esa habilidad y también se dice que era dominio de las geishas japonesas.
Para adquirir el control de los músculos pélvicos es necesario practicar una serie de ejercicios diarios. Estos ejercicios además sirven para aliviar dolores menstruales, evitar la incontinencia urinaria, ayudar a las mujeres durante el parto y recuperar la musculatura de la vagina después de éste. En Occidente los conocemos como ejercicios de Kegel en honor al médico que los hizo populares.
Las bolas chinas también ayudan a fortalecer los músculos del suelo pélvico, al obligarlos a sostener su peso y también con la vibración de estas.
De lo que no se suele hablar es que estos ejercicios también los puede practicar el hombre, aprendiendo a contraer y relajar la musculatura del pene, lo que mejora la circulación sanguínea del área pélvica y fortalece la erección.
Sin embargo, al parecer la diferencia entre los ejercicios de Kegel y el arte del pompoir es que este último requiere un dominio absoluto de la musculatura pélvica. Es decir, los ejercicios de Kegel son más simples, mientras que los de pompoir son bastante más elaborados. Es por ello que existen espectáculos donde algunas mujeres realizan cosas tan increíbles con sus vaginas como fumarse un cigarro, lanzar objetos o incluso abrir botellas.
Aunque es algo que las parejas heterosexuales pueden decidir si quieren experimentar o no, y puede ser placentero, además de una experiencia nueva, es algo que como vemos requiere de mucha práctica.
- Imagen de portada: cuadro del pintor realista Rubén Reveco