Con la Navidad ya casi a la vuelta de la esquina, no podía despedirme de vosotros en esta mi última publicación de 2023 en el Aula Escondida de Más Allá del Placer sin comentar la conexión existente entre la mentada festividad y la natalidad (tranquilos, no voy a aludir a niños Jesús, vírgenes María, mulas, bueyes o pesebres).
En Navidad, y hablando en plata (decir oro, incienso o mirra aquí, no procede), la gente folla más; de hecho, os invito a que hagáis uso de los dedos (para calcular) y vayáis contabilizando la cantidad de conocidos que tenéis que han nacido entre agosto y septiembre (puede incluso que sea vuestro propio caso). Si todo ha ido adecuadamente con respecto al embarazo, os daréis cuenta de que fueron concebidos en diciembre y, por ende, una considerable proporción de ellos, en plenas fiestas. Y eso, queridos míos, es un baby boom de origen navideño.
Bien, esto sucede por dos motivos y, a continuación, vamos a desgranarlos:
1-Cultural, vinculado con los festejos. A grandes rasgos, las fiestas hacen que la gente esté de buen humor, se dan copiosas comilonas, los niveles de serotonina se incrementan, la actividad física es mayor y se tienen días no-laborables; todo ello, grosso modo, apremia a mantener más sexo, salvo que os convirtáis en algo al estilo de Schwarzenegger en la mítica película «Un padre en apuros» o seáis unos Grinch.
2– Evolutiva, y sí, el asunto es lógico. Un estudio del año 2013 del «American Journal of Obstetrics and Gynecology» afirma que, con la llegada del frío, el esperma es de mejor calidad. Otras investigaciones agregan que, en el caso de las féminas, los cambios en relación con el número de horas de luz hacen que los óvulos sean más receptivos a ser fecundados; resumiendo, una combinación perfecta de factores con el propósito de garantizar la procreación. De esa manera los pequeños nacerán en una temporada en la que la obtención de comida es sencilla y el clima, benevolente en lo relativo a la supervivencia.
Por descontado, lo dicho no ha pasado desapercibido para distintos tipos de expertos; los susodichos, y según su campo, han ido barajando estos datos con dispares finalidades. Por ejemplo, de cara a ingeniar campañas publicitarias de métodos anticonceptivos —o su contrario— en las pertinentes fechas o hasta programas de concienciación en cuanto a las prácticas de sexo seguro.
No obstante, y sin desviarme de la natividad, la tasa de natalidad también sube en tiempos de celebración ajenos a la Navidad; para muestra, el aumento de esta cerca del final del Ramadán en países de mayoría musulmana. En cambio, Pascua o Acción de Gracias no surten un impacto notable en la población. Por tanto, el factor cultural conectado con las festividades es clave a la hora de engendrar y, desde luego, muchos apuntan a que parece ir más allá del evolutivo/climático.
Así pues, ¿cuántos de vosotros fuisteis concebidos —o conocéis a alguien que lo fue— en época navideña?
P.D. Felices Fiestas y muy próspero Año Nuevo; nos leemos en 2024.
Texto corregido por Silvia Barbeito y con ©.