De entre todas las personas con las que no topamos en nuestra vida ¿por qué sentimos atracción hacia unas y no hacia otras? Hablamos de esa atracción inicial, antes incluso de conocer nada sobre la otra persona, ni tal vez mediar una sola palabra. ¿Qué hace que nos fijemos en alguien?
Existen ciertas teorías basadas en la evolución, cuyos estudios confirman que los mecanismos de atracción sexual entre las personas están mediados por elementos biológicos como el tono de voz, el olor corporal o la simetría facial, entre otros. Vamos a verlos detenidamente.
Al parecer, según indican las investigaciones que existen al respecto, una parte de lo que nos parece atractivo en otras personas viene programado genéticamente debido a nuestro proceso evolutivo. Así, en las mujeres esto se vería afectado por el ciclo menstrual, de manera que durante la ovulación sentirían especial atracción hacia hombres con características muy masculinas (como una voz más grave y un cuerpo musculado), lo que se puede interpretar como un macho potencialmente saludable para procrear. Mientras que en otros momentos del ciclo buscan parejas con características más vinculadas con la estabilidad. De ahí que algunos estudios muestren una mayor probabilidad en las mujeres de fantasear con otros hombres (incluso ser infieles) cuando están ovulando.
Pero el ciclo menstrual también influye como elemento de atracción a la inversa, es decir, haciendo que los hombres se puedan sentir más atraídos cuando una mujer se encuentra en periodo fértil (durante la ovulación). Así, se producen pequeños cambios corporales en las mujeres, durante ese momento del ciclo, para que sean más atrayentes. Por ejemplo, mudando su voz a un tono más agudo, haciendo sus pechos más simétricos y luciendo un rostro más saludable gracias a un ligero enrojecimiento de las mejillas. No sólo se producen cambios físicos, sino también en el comportamiento, por ejemplo, la forma de caminar, de manera que el balanceo de las caderas se acentúa durante el periodo fértil. En el reino animal estos cambios pueden ser muy llamativos, sin embargo, en las mujeres no son visibles, por lo que suelen pasar desapercibidos, aunque eso no quita que ejerzan su efecto atrayente en los hombres.
Existe una característica física que supera a todas las demás en relación con las leyes de atracción: la simetría. Es decir, que el lado derecho y el izquierdo de nuestro cuerpo sean lo más parecido posibles. Del mismo modo que sucede en el reino animal, los seres humanos encuentran más atractivas a las personas simétricas, sobre todo, en relación con el rostro: cuanto más simétrico sea más atractivo resulta. Este hecho es muy evidente en los animales a la hora de elegir pareja.
En relación con la atracción, el olor corporal es otro elemento que ejerce un papel fundamental en nuestras preferencias. Así, el olfato, en especial el de las mujeres, y particularmente cuando están ovulando, hace que se sientan atraídas por aquellos olores que pertenecen a hombres más compatibles con ellas genéticamente. Pero algunos estudios indican que el cuerpo de los hombres también reacciona cuando una mujer está ovulando, de manera que aumenta los niveles de testosterona para competir por su atención.
Las mujeres también se sienten atraídas por otra característica en los hombres, el moreno de la piel, y esto, por curioso que parezca, está relacionado con la calidad del esperma. Al parecer, cuanto más moreno sea un hombre más ácido fólico posee, lo que incide directamente en unos espermatozoides más sanos.
Los besos también son elementos importantes para que nos decidamos por una posible pareja. Y es que con un beso se produce un gran intercambio de información, a través de nuestros sentidos. Una información que de manera inconsciente nos hace sentir mayor interés por la persona o perderlo totalmente.
Todos estos elementos de atracción pueden funcionar de manera instintiva en un momento inicial, sin embargo, somos seres inteligentes, con voluntad propia, que a diferencia de los animales no nos guiamos únicamente por nuestros instintos, sino también por otros criterios (sociales, culturales, emocionales, etc.). Esto significa que a la hora de elegir pareja nos basamos en otros factores, además de los estrictamente biológicos, y tomamos la decisión más allá de lo que nuestro instinto nos dice.
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